¡Bad IA! ¡Good IA!

por | 4 abril, 2023

La semana pasada, un grupo de empresarios del sector tecnológico, expertos y políticos solicitó por medio de una carta abierta publicada por la organización sin fines de lucro Future of Life Institute que se suspendan durante seis meses los experimentos con inteligencia artificial (IA) ya que consideran que “pueden plantear profundos riesgos para la sociedad y la humanidad”. La misiva, redactada con tintes algo apocalípticos, señalaba que “la sociedad ha hecho una pausa en otras tecnologías con efectos potencialmente catastróficos en la sociedad. Podemos hacerlo aquí. Disfrutemos de una larga pausa veraniega de la IA y no nos apresuremos a caer sin estar preparados”.

La noticia no dejó de llamar la atención luego que entre los firmantes se encontraba el polémico empresario tecnológico Elon Musk y personalidades como el fundador de Apple Steve Wozniak. Más allá de que quizás sea necesario analizar las motivaciones de los signatarios de la misiva para hacerla pública luego que muchos de ellos tienen evidentes intereses económicos vinculados al desarrollo de esta tecnología, la carta plantea una pregunta que no es del todo original, pero que tampoco ha encontrado una respuesta precisa desde que se está formulando: ¿Pueden las tecnologías ser buenas o malas -per se- para el desarrollo de la humanidad?

La respuesta lógicamente no es fácil. El desarrollo de la energía nuclear permitió abaratar significativamente la producción de electricidad facilitando su uso para alimentar enormes procesos productivos en los países desarrollados, pero también se utilizó para fabricar bombas que mataron más de 450 mil personas en Japón en 1945.

Una respuesta obvia es que las tecnologías -y toda herramienta en general- no es ni buena ni mala por sí misma, sino que depende del uso que se le dé. Un martillo sirve básicamente para clavar clavos, pero el número de homicidios cometidos con esta herramienta a lo largo de la historia de la humanidad puede ser incontable. La culpa, obviamente, no es del martillo. Sino de quién lo utiliza y de la intencionalidad detrás de su uso.

Ahora, naturalmente la comparación entre un martillo y la inteligencia artificial puede resultar desprolija, luego de la evidente diferencia de complejidad y alcances que ambas herramientas suponen, pero el fondo sigue siendo el mismo. Las tecnologías no tienen valores ni ética, los hombres y mujeres que las utilizan, sí.

Pero cuáles son los riesgos que supone el desarrollo de la inteligencia artificial y particularmente los sistemas de aprendizaje basados en lenguaje natural que hicieron que dicha carta fuera escrita y publicada por personajes cuyas capacidades, logros e influencia, ciertamente no deben ser tomados a la ligera. Los firmantes destacan riesgos que van desde la pérdida de empleos y la desigualdad social hasta la manipulación de la información y la opinión pública, pasando por la vulneración de la privacidad y la seguridad, para concluir en la existencia de una potencial amenaza de una súper inteligencia artificial que podría superarnos en inteligencia y poder para eventualmente dejarnos obsoletos y reemplazarnos.

Ciertamente, el panorama no se ve muy alentador si tomamos en serio estas predicciones, además de todas las novelas y películas de ciencia ficción que muestran un futuro apocalíptico en un mundo gobernado por máquinas fuera de todo control humano.

Lo que sí es una realidad -no ficción- es que a lo largo de la historia de la humanidad, toda tecnología desarrollada por el hombre (independientemente del potencial peligro de su uso) ha sido finalmente utilizada, en ocasiones para el bien común y en otras contraviniendo éste. Nunca se ha detenido el desarrollo tecnológico basado en el riesgo que este supone. Por lo que podemos anticipar que los sistemas basados en inteligencia artificial seguirán desarrollándose, más allá de cualquier misiva o llamado a una mayor reflexión o análisis. Por lo que solo nos queda confiar en que su uso estará principalmente dirigido a ser un aporte al desarrollo integral de la humanidad y no solo en beneficio de unos pocos -generalmente los mismos- que nuevamente, gracias a sus capacidades, logros y poder tendrán la llave para establecer el buen o mal uso de esta tecnología.

En #DTN Hub somos optimistas respecto a lo anterior. Creemos en el tremendo potencial que la inteligencia artificial supone para abrir oportunidades de desarrollo donde antes no las había y, en consecuencia, vemos en esta tecnología un gran aliado de millones empresas para emparejar la cancha y aportar de forma significativa al progreso y beneficio de todas las personas. Ese es nuestro propósito y para eso estamos trabajando.

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