Creer, Crear

por | 15 enero, 2016

Muchas veces nos encontramos con clientes que actúan convencidos que en sus organizaciones no existe espacio para la creatividad o para el desarrollo de ideas, por lo cual les resulta casi inimaginable la posibilidad de generar en su interior, procesos que deriven en algun cambio adaptativo o en el desarrollo de una innovación.

En ocasiones, ellos se hacen responsables de no haber generado condiciones ambientales para el surgimiento o desarrollo de la creatividad. Desde el reconocimiento de tener estructuras organizacionales demasiado verticales, poco colaborativas y con procesos poco flexibles, hasta la exigencia por jornadas de trabajo bastantes extensas (a las cuales hay que sumar los traslados que debe soportar su personal) son parte de las razones admitidas como generadoras de un stress poco apto para el ejercicio creativo.

En otras ocasiones, francamente trasladan el problema a su plana ejecutiva o incluso a la casi totalidad de sus colaboradores, tildándolos simplemente como “poco creativos” o “con pocas ganas de desarrollar cosas nuevas”. Estableciendo entonces en esta supuesta “inacapacidad» de su personal, el motivo que no les ha permitido el desarrollo de nuevas habilidades adaptativas o capacidades de innovación.

Si bien es evidente que existen organizaciones que estructuralmente están mejor diseñadas para el fomento de las capacidades creativas de sus colaboradores y también, que en todo grupo humano, objetivamente existen individuos más creativos que otros, el desarrollo creativo o la capacidad de innovar no dependen exclusivamente de los estímulos del medio o de las capacidades de base individuales.

Es un hecho efectivo que TODOS tenemos un potencial creativo y de igual forma, todas las organizaciones.

La creatividad es una capacidad innata a todo ser humano, es de hecho, una capacidad evolutiva que nos ha permitido como civilización a través del tiempo, llegar hasta donde hoy estamos.

La creatividad está latente en todos nosotros. Muchas personas que jamás se vieron a si mismas como grandes creativos, al participar en talleres de desarrollo de capacidades artísticas, se han sorprendido al ver el fruto de su creación, plasmado en obras plásticas.

Si esto es válido para los individuos, es lógicamente cierto para las organizaciones. La creatividad latente al interior de todas ellas puede llegar a manifestarse mediante los incentivos apropiados, nuevos desafíos, pequeños cambios del entorno, algunas modificaciones en los ejes de comunicación entre pares, etc.

Toda organización PUEDE y DEBE desarrollar sus capacidades creativas y de gestión de innovación, de eso depende no tan sólo su futuro, sino también, buena parte de su presente.

Para eso, lo primero y fundamental es CREER que las tenemos.

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