Ellos la Hicieron: Jacuzzi, Porsche y siliconas.

por | 24 agosto, 2018

Es obvio que el quehacer emprendedor, el desarrollo de nuevos negocios o la creación y posterior gestión o administración de una empresa supone un fin económico natural. De partida, la recuperación del capital invertido en dicho proyecto, luego, el pago sobre el trabajo realizado y también sobre el costo oportunidad para quien deja de realizar alguna otra actividad remunerada para dedicarse a este nuevo empeño, además de la lógica expectativa de obtención de utilidades sobre los riesgos asumidos y la serie de compromisos que se ha debido establecer.

Hasta ahí, creo, la gran mayoría puede estar de acuerdo.

Otra cosa distinta es creer que dichos quehaceres: Emprender, desarrollar un nuevo negocio o crear un empresa debe tener como único fin, el rédito económico.

Ya hace un buen tiempo que el paradigma que un negocio sólo debe perseguir al interés de sus accionistas o socios ha dado paso a la comprensión que las empresas se deben también a la sociedad donde se desempeñan, a la, o las comunidades con las cuales interactúan, al bienestar de sus colaboradores, etc. Aquí también, quizás, podemos establecer varios consensos.

Sobre lo cual, al parecer, todavía existe un amplio marco de interpretaciones es a qué nos referimos, cuando decimos que una empresa y especialmente sus creadores han alcanzado el éxito.

Sobre la empresa pueden existir parámetros, de alguna manera objetivos, asociados primero a su continuidad y su rentabilidad en el tiempo o al retorno sobre la inversión puesta en ella. Indicadores también como su participación de mercado, su EBIDTA y otros.

Pero, ¿qué es el éxito para sus creadores?  Al menos para la producción del programa de Canal 13 “Ellos la hicieron”, todo indica que significa sólo una cosa: Ganar plata y acceder a un estilo de vida donde ésta, no tan sólo sea su eje central, sino además, donde se exhiba de manera impúdica y en las formas más obvias y básicas posibles.

Es decir, el desarrollo de una vida en medio de “lujos” que además de suntuarios, dan cuenta de “un gusto” y sensibilidad, al menos, cuestionable.

Abundan entonces en los entornos de los personajes destacados en la promoción del programa, los jacuzzis en terrazas o baños, autos deportivos lo más llamativos posible, mucho animal print, visos rubios y harta silicona y cirugía plástica en todos los rincones donde puedan llegar a aplicarse.

Es decir, la representación más burda del American Way of Live, pero en su versión más decadente, onda, Miami-Polyester.

Aspirar a mejorar nuestra calidad de vida es consustancial al ser humano. Por supuesto, no hay nada de malo en eso. Creer que lo he logrado o “la he hecho” porque ahora puedo comprar caballos de carrera o un deportivo con asientos de cuero, al menos, sugiere un análisis.

Lo anterior sólo da cuenta de una versión post moderna del emprendiendo o del quehacer empresarial que abunda en el discurso popular y por supuesto, también, en las redes sociales. Hoy representa para muchos jóvenes, lo mismo que antes, cuando niños, les significó el sueño de ser futbolista.

A buen entendedor, pocas palabras.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *