Quizás más de alguno haya notado la dicotomía explícita entre esta cita apócrifa de Karl Marx y el ethos emprendedor nacional tan dado a la defensa casi sin contrapeso del libre mercado, la reducción del Estado y la construcción de una épica personal en la lógica del «self made man».
Pero, más allá de la ironía y un dejo de sarcasmo, la cita nos permite abordar un tema de bastante relevancia para el quehacer emprendedor, especialmente en estos días complejos y colmados de dificultades, más allá de las que los emprendedores y emprendedoras habitualmente enfrentan.
Se trata de la necesidad de este gremio, el de mayor tamaño en el país (más de dos millones de personas en Chile se declara micro o pequeño empresario), de agruparse en forma efectiva y eficiente para tirar hacia adelante el carro de sus intereses y necesidades.
Quizás algunos de los antecedentes expuestos en el primer párrafo tienden a explicar justamente, por qué siendo un gremio tan numeroso, le resulta tan difícil colocar sus temas en la agenda pública, más allá de la nota lastimera que muestran los matinales de aquel emprendedor o emprendedora que gracias a su tremendo esfuerzo y sacrificio ha logrado reconvertir su negocio y mantenerse a flote en el actual contexto de pandemia sanitaria, restricciones en el tránsito de las personas y en el transporte de bienes, caída en el consumo y la consecuente crisis económica.
Claro, porque bastante de la lógica del individualismo capitalista permea el comportamiento de muchos emprendedores y emprendedoras, quienes, a pesar del discurso políticamente correcto (porque eso es en gran medida, solo un discurso) de que el emprendimiento es un quehacer colectivo y colaborativo, transitan por la vida en la lógica del «sálvense quién pueda». Ahí, donde el éxito propio depende muchas veces del fracaso de otros.
Yo sé que esto puede provocar la ira de los evangelistas del emprendimiento gremial, quienes agrupados en organizaciones donde se celebra con los ojos en blanco y las manos al cielo, entre cánticos de aleluyas y sonidos de pandero el que en Chile haya cada vez nuevos emprendedores, sin reconocer que detrás del 80% de esos nuevos emprendedores lo que hay en realidad son cesantes. Y, por lo mismo, lo que se celebra en esas liturgias gremiales es tristemente, el aumento del desempleo y/o la precariedad en el trabajo.
También molestará a los emprendedores de cowork, apologistas de la fantasía ñuñoina del caramel macchiato, los pantalones pitillos, el andar en bicicleta y la alimentación vegana.
Si los primeros son una gran mayoría, agrupados bajo una dirigencia que ve habitualmente en dicho ejercicio la posibilidad de iniciar una carrera política o el desarrollo de una plataforma desde la cual obtener miles de seguidores, lo que es finalmente lo mismo (ya lo dijo Roger Stone: «la política es la farándula de los feos»). Los segundos son una franca minoría que se nutre no tan solo de productos veganos y/o sin gluten sino, principalmente de proyectos CORFO, que financian muchas de sus iniciativas de «emprendimiento social» con una muy baja, por decir casi nula, medición efectiva de su impacto y/o rentabilidad.
Por lo mismo, esa enorme masa de dos millones de emprendedoras transita por un mundo lleno de adversidades, huérfana de liderazgos efectivos que les permitan organizarse y hacer sentir su voz en el valor real que ésta representa para el desarrollo económico nacional. Es decir, que les hagan ver y les permitan hacer valer su peso efectivo en la verdadera mesa donde se toman las decisiones. Mesa que en nuestro país se conforma por los mismos de siempre (aquellos egresados de los mismos colegios y universidades, quienes comparten en los mismos clubes y barrios). Justamente los colegios, universidades, clubes y barrios que la inmensa mayoría de los dos millones de emprendedores conoce solo por referencia.
Es en esa mesa donde los emprendedores deben golpear con fuerza para hacer efectivo su poder. Si no, quedarán siempre en el último peldaño de las prioridades de los administradores del estado, que independientemente de su color político van a privilegiar siempre el quedar bien con los mismos de siempre y de esa forma, legislar y/o regular en su beneficio.
Para muestra un botón. Si en la última semana donde se les prohibió prácticamente a todos los emprendedores y emprendedoras realizar ventas y o despachar productos no esenciales, todos ellos (incluidos los emprendedores que realizan los delivery, también tremendamente afectados por dicha medida) se hubieran puesto de acuerdo en no despachar nada, absolutamente nada mientras no se revirtiera la medida. Esta no habría durado ni dos días en ejercicio.
Pero para lograr lo anterior, deberían poner atención a la cita (aunque apócrifa) de Marx y más allá de sus egos e intereses personales, de una buena vez y para siempre, unirse.