Normalmente, cuando se asiste a una charla o conferencia, todo ruido ajeno a las expresiones de quienes están exponiendo, debería molestarnos. Especialmente, si en algunos momentos obliga incluso, a que estos deban alzar su voz para poder ser escuchados.
Lo anterior no aplica a las sesiones de En PRENDE nights, organizadas por el genial Diego Plaza, a cuya última fecha tuve la posibilidad de asistir.
Aquí, entre cervezas, rock y sonrisas, diversos speakers cuentan sus experiencias de emprendimiento, ante una audiencia deseosa de escuchar las historias de éxitos y fracasos que han permitido a otros, iguales a ellos, desarrollar y escalar sus proyectos de negocio. Esto, mientras resuenan en el ambiente sesiones de ensayo de bandas desconocidas que se integran perfectamente a un entorno donde abundaban poleras negras, chaquetas con tachas y melenas irreverentes .
Las referencias a la pasión son recurrentes, pero aquí, este manoseado concepto, culpable de tanto voluntarismo emprendedor, adquiere una dimensión distinta. Ya no se trata de un pensamiento irracional que lleva a creer que sólo con esfuerzo y trabajo sacarás adelante tu proyecto, sino que (al menos en los emprendimientos que me tocó ver, ligados al fútbol) se vincula al disfrute de poder trabajar y progresar desempeñándote en lo que te gusta. Además de la capacidad de poder generar modelos de negocios eficaces en torno a ello.
Hace poco vi una sencilla película basada en una autobiografía, donde uno de los personajes le decía al protagonista que, para ser feliz, debería trabajar en algo que estuviera dispuesto a hacer gratis, si fuera necesario. Algo de eso vi ayer.
Camilo y Claudia de la Liga 7×7 aman el fútbol y las posibilidades que éste ofrece como herramienta de transformación social, pero detrás de este amor, también hay inteligencia de negocio, capacidad de descubrir demandas insatisfechas y generar propuestas de valor diferenciadoras, además de un gran ingenio para implementar tácticas de marketing de guerrilla altamente eficaces para alcanzar a sus segmentos meta. No sólo amor por la pelota y de ahí vemos cómo lo hacemos.
Lo mismo Gonza y Jano de la Gloriosa U de Chile. Una devoción incondicional por sus colores, pero también una comprensión profunda de sus consumidores y sus demandas. Una habilidad única para explotar, no la marca (que formalmente pertenece a una concesionaria) sino la nostalgia por esa marca, que le pertenece a todo el pueblo azul. La nostalgia es quizás la emoción humana más eficiente para la gestión de marketing, porque impide biológicamente a quién la siente, generar alguna percepción negativa respecto a lo que está viendo o escuchando. Si Jano y Gonza no lo sabían, lo intuyeron y a partir de ahí, están haciendo de su negocio, un gran éxito.
De esa forma, como lo he señalado tantas veces en columnas anteriores, emprender supone la capacidad de motivarse, comprometerse e incluso apasionarse por aquello que se está haciendo, pero sin el trabajo de descubrimiento de demandas insatisfechas, sin la habilidad para comprender cabalmente a tu segmento meta, sin la capacidad de generar propuestas de valor que permitan diferenciarte de tu competencia y sin los conocimientos o intuición necesarias para formular e implementar modelos de negocios sostenibles y escalables en el tiempo, el ejercicio de esa pasión será en vano.
Lo anterior no debe entenderse como que emprender se trata sólo de estudiar, teorizar y formular hipótesis de negocios. No, el éxito de todo emprendimiento está determinado directamente por la capacidad de conectarse e interactuar con los clientes meta. Es decir, de salir a la calle, primero a ver, luego a escuchar y comprender y finalmente a vender. Ahí también es importante que la pasión que puedes sentir, no tan sólo se concentre en el ámbito o contexto de tu proyecto, sino también, en el desarrollo de las competencias requeridas para su implementación. Es claro, emprender no se trata solo de soñar, tampoco de teorizar, ni menos de sólo poner empeño y esfuerzo en la ejecución de una idea.
El éxito de un emprendimiento estará determinado por la capacidad de integrar todas esas dimensiones en un claro contexto de esfuerzo y trabajo. Como dice el dicho «Otra cosa es con guitarra». Y en el caso de los emprendimientos que exponen en las En Prende nights, guitarras de rock, que ensayan sus reefs, al son de baterías fuera de compás.
Excelente columna, es digno de admirar más aún en este país donde emprender es muy difícil