Los Vendehumo

por | 20 junio, 2018

 

Hay palabras que se ponen de moda, qué duda cabe. Palabras cuyo uso se extiende más allá de lo habitual o incluso, de lo razonable. En redes sociales como LinkedIn o Facebook  hoy sobran los autodenominados «emprendedores»o «coachs». Y al interior de los círculos de emprendedores es común que todo aquel que, a diferencia de ellos, no ha dado el gran paso hacia la independencia y el emprendimiento, sea tildado regularmente de vendehumo.

Llama la atención la frecuencia con que dicho concepto aparece en los debates e intercambios de opiniones entre emprendedores y profesionales. También, en distintas redes, hemos visto recientemente fuertes interpelaciones hacia quienes califican a aquellos que propician el uso de la homeopatía, flores de Bach, la práctica del mindfulness u ofrecen soluciones de coaching ontológico, neuro-marketing, life-coaching, etc. de vendehumo.

Si bien la R.A.E. reconoce la existencia del término «vendehúmos» (con tilde y en plural) y entrega una definición algo compleja y un poco ajena al uso habitual, es claro que no existe un acuerdo o consenso generalizado para lo que significa ser un vendehumo.

Lo anterior se debe, a mi entender, a tres cosas:

Uno, a que sobre cualquier actividad que regularmente es apuntada como ser ejercida por un vendehumo hay siempre una base tanto de detractores, como de adeptos o simpatizantes. De partida, todos aquellos que practican o ejercen dichos oficios o actividades. Si para muchos, los homeópatas o life-coachs son vendehúmos, para otros fieles creyentes, éstos son profesionales plenamente válidos, cuyas propuestas de valor y resultados de sus prácticas son, además de efectivas, objetivas y comprobables.

Dos, porque como el ejercicio de la venta de humo resulta para muchos, altamente rentable, en mercados que son también competitivos, los que resultan desplazados utilizan la descalificación (llamar a otros como vendehumo no puede entenderse de ninguna otra forma) para, finalmente, llevar agua a sus molinos.

Y tres, porque el término, en realidad puede emplearse en un amplio espectro de servicios profesionales, por lo que el ser vendehumo no estaría restringido sólo a ciertas prácticas u oficios, sino que podríamos encontrarlo, prácticamente, en todas. Así, existirían abogados vendehumo, economistas vendehumo, psicólogos vendehumo y por supuesto, entrenadores de fútbol vendehumo, además de un largo etcétera.

Entonces ¿qué significaría, más precisamente, ser un vendehumo?

En general, podemos establecer un acuerdo en que la venta de humo está asociada a:

  • Incrementar excesivamente los beneficios o atributos de cualquier producto o solución, traspasando lo posible o incluso, lo razonable.
  • Vender soluciones con resultados difícilmente comprobables más allá del efecto placebo producido en quienes, crédulamente, las consumen.
  • Ofrecer acceso fácil o expedito a resultados regularmente mucho más difíciles de conseguir o que demandan mayor preparación, trabajo o esfuerzo.

Esta última dimensión es la que me resulta más interesante, ya que en general, todos los productos se venden destacando (o exagerando) sus atributos y sobre todos los servicios existe un componente altamente subjetivo respecto a su evaluación y resultados. Pero, en relación a la búsqueda de lo fácil, de lo inmediato, de lo que me da una ventaja sobre los demás basado más en quién conozco, por sobre lo que efectivamente soy capaz de hacer, hay un elemento relevante que no debe ser atribuido sólo a la oferta, sino, fundamentalmente a la demanda.

Si Garay, Chang y otros se hicieron millonarios estafando inversionistas, ¿lo lograron sólo en función de sus capacidades persuasivas o de sus cuestionables credenciales curriculares? o ¿fue determinante una ambición excesiva e irracional de quienes les confiaron su dinero a la expectativa de ganancias por sobre toda lógica de mercado? Lo mismo para la Madame de los quesitos, ¿la culpa es sólo de ella? o ¿también son altamente responsables todos aquellos que apostaron por hacerse ricos haciendo básicamente nada?

Hay algo claro. Como en todo sistema de mercado, si hay oferta de vendehúmos, es porque existe una amplia demanda por parte de quienes están dispuestos a comprarlo.

Al menos en uno de los temas que convoca mi atención e interés, una buena parte de todos esos emprendedores que califican a otros de vendehúmos son quienes más lo consumen en la forma de libros y citas de auto-ayuda, frases y oradores motivacionales, etc. Porque claro, entender un problema, comprender y empatizar con consumidores, diseñar, iterar y validar prototipos de soluciones, formular estrategias, planes y modelos de negocio, etc. es mucho más difícil y requiere de un significativamente mayor trabajo intelectual que apostar -como les refuerzan todas esas citas de auto-ayuda- a que emprender se trata sólo de tener una idea y luego ponerle puro empeño y motivación para sacarla adelante.

De esa forma, si queremos erradicar a los vendehúmos, al menos, de las redes sociales, partamos cuestionando a todos aquellos que propician soluciones fáciles como #todoestaenti o #túlopuedeslograr apelando a la natural fragilidad humana, pero por sobre todo, al anhelo de muchos de alcanzar el éxito de la forma más rápida y expedita posible. Porque seamos claros. No todo está en ti y si alguien insiste en convencerte que es así (desconociendo todas las variables de contexto, además de las naturales capacidades y habilidades propias), el consejo es uno solo: piensa, reflexiona, duda.

Alejandro Godoy es Director Ejecutivo de KHREA

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