M.E.C. (Me están cagando…)

por | 13 mayo, 2016

Fue hace unos cinco años, cuando, en el contexto de una actividad académica escuché por primera vez que la Dirección de Prensa del canal nacional (TVN) había acuñado el acrónimo M.E.C. para fijar las prioridades que deberían establecer sus editores, al armar la pauta de noticias.

Es decir, a partir de entonces, se debía privilegiar aquellas informaciones que desarrollaran historias donde algún referente de la audiencia masiva, tuviera (y declarara) la sensación de estar siendo, de alguna forma, víctima de un atropello en su integridad, de un abuso por parte de la autoridad, de un menoscabo en sus derechos como consumidor, o que simplemente no encontrara satisfechas sus expectativas respecto -básicamente- a cualquier cosa.

No cabe duda que a través del tiempo, una serie de abusos se han producido, que han afectado a amplios sectores de nuestro país. La colusión de las farmacias, de los pollos, del papel higiénico, etc. Sólo para mencionar algunos de los que han menoscabado nuestra integridad como consumidores.

También, la difusión de antecedentes que resultan inexplicables para la mayoría, como las utilidades de las isapres, de las AFPs, de los bancos y otros como los bonos y/o remuneraciones recibidos por altos ejecutivos de empresas que resultaron prácticamente quebradas en su gestión, mueven a pensar que la percibida desigualdad en el país no respondería sólo a aspectos estructurales o macroeconómicos, sino que también tendrían un aporte significativo de la codicia, egoísmo, falta de empatía, arrogancia e incluso vanidad de nuestra clase dirigente o elite.

Lamentablemente el M.E.C., que finalmente se amplió a casi todos los medios, no se limita sólo a temas como los anteriores (los cuales son efectivamente de un interés público que amerita su cobertura noticiosa). No. Da para mucho más.

Hoy, si vamos a reclamar, nuestro espectro de posibilidades es vasto y generoso. Casi inagotable. Nos podemos (y en gran medida, nos vamos) a quejar por todo. Hasta el absurdo.

Nos quejamos del taco, cuando los primeros causantes del mismo, somos los propios automovilistas que los causamos. Nos quejamos de que llueve y de que no llueve. Nos quejamos de que cambiamos la hora en invierno y de que no cambiamos la hora. Nos quejamos de que se corta la luz y también de que nos suben las tarifas para hacer las inversiones que disminuyan la probabilidad de esos cortes. Nos quejamos de que los remedios son caros y somos el país con una de las mayores tasas de consumo de medicamentos en Latinoamérica. Nos quejamos del precio de la carne para el ’18 y del precio del pescado para Semana Santa. Nos quejamos del alza en los pasajes para los fines de semana largo y los buses igual salen llenos, etc.

Hemos como sociedad abrazado con total impunidad la economía de mercado, pero parece que nadie nos explicó antes, que ésta, en gran medida, se basa en la Ley de la Oferta y de la Demanda.

Nuestros noticiarios hoy en día son, muchas veces, una edición limitada del resumidero de quejas, juicios y prejuicios que copan los contenidos de nuestras redes sociales. Muchas veces sin ningún filtro, se debe agregar.

Como el reciente caso de un supuesto detenido en Iquique que había demandado al chofer de un bus, por los golpes que éste le habría propinado en un teórico asalto. Caso que se hizo conocido en las redes sociales y que una vez que fue ampliamente cubierto por todos los noticiarios centrales de nuestra televisión, se comprobó que era falso. Como ese, hay muchos otros.

Pero la veracidad, la lógica argumental o las leyes de causalidad o efecto no son asunto del M.E.C. o al menos, no sirven para incrementar sintonías o audiencias.

Para establecer la pauta noticiosa entonces, basta ir un domingo por la tarde, al regreso de un fin de semana largo a un peaje, meter el micrófono por la ventanilla del auto y preguntarle al conductor que lleva dos horas esperando pasar: –«¿Qué le parece la fila?» – Y después, sorprendernos y hacer una noticia, de que éste se queje.

 

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