En el actual entorno de negocios y ejercicio profesional es cada vez más habitual escuchar que debemos estar conscientes que, además de individuos, todos somos también una marca. Es decir, que nuestro nombre ya no es solo una forma de identificación y de vínculo con nuestra familia, sino que además, el punto de partida para la construcción de nuestra propia marca personal o personal branding como se le denomina en inglés.
En ese punto sería importante poder establecer a qué refieren más precisamente ambos conceptos:
Marca: Todo lo que las personas dicen, piensan y sienten respecto a tu producto, servicio, compañía o tu propia persona.
Branding: Utilizar herramientas de marketing para influenciar las actitudes y percepciones de las personas hacia las marcas. Proceso orientado a la creación de valor de marca.
Por lo tanto, nuestra marca personal no es sino la gestión adecuada y consciente de las percepciones, actitudes, recuerdos y las expectativas que queremos generar en los demás. Esto, tanto para fines públicos como nuestro desarrollo profesional o comercial, como para efectos privados.
En una mirada mucho más concreta, Jeff Bezos, el fundador de Amazon, definió la marca personal como: «Aquello que dicen de ti, cuando tú no estás en la sala«.
Independientemente de como lleguemos a definirla, es claro que en un mundo híperconectado como el actual, donde prácticamente todas nuestras actuaciones tanto públicas como privadas quedan registradas de algún modo, nuestro nombre ha trascendido su rol como registro de nuestra identidad, para llegar a ser, al igual que una marca comercial, la manera en que nos presentamos ante el mundo, la huella que dejamos en él, el contenedor de nuestros atributos y lo más importante, el modo en que nos diferenciamos de todos aquellos que de alguna forma, podemos considerar son alternativas competitivas a nuestro rol como profesional en un mercado cada vez más exigente y selectivo.
Por lo mismo, aquí proponemos 10 claves para apoyarte en la construcción de tu propia marca personal:
1. Define cuál es el objetivo estratégico para tu marca.
El concepto marca personal está fuertemente ligado a la idea de nuestra participación en el mercado laboral y la posibilidad de acceder a nuevos y mejores empleos, entendiendo que para esas mismas oportunidades hay otros también compitiendo. Pero la importancia de la construcción de nuestra marca no se limita solo a la capacidad de diferenciarnos como profesionales y de crear valor para nuestros potenciales empleadores, sino que también resulta fundamental para la gestión de nuestra reputación y reconocimiento ante posibles socios, inversores, evaluadores de nuestros proyectos y también (por qué no decirlo) eventuales parejas. Por lo mismo, lo primero en este proceso es que puedas establecer muy claramente qué es lo que quieres lograr agregando valor a tu marca, ya que los caminos para alcanzarlo pueden diferir significativamente dependiendo del objetivo establecido.
2. Establece tu audiencia meta.
Depende directamente de lo anterior. ¿A quién le quieres hablar? Mientras más clara es tu audiencia meta, más efectivo puede llegar a ser tu mensaje y más eficiente el uso de los medios que vas a utilizar para comunicarlo. En general, puedes llegar a definir más de una audiencia. Eso solo va a determinar la necesidad de construir más de un mensaje. El cuidado que debes tener es que estos mensajes no se confundan entre sí, que no haya inconsistencia entre ellos y lo más importante, que no se contradigan.
3. Conócete bien.
Antes de llegar a comunicar quién eres y por qué puedes llegara a ser valioso para otros, debes tú, tenerlo muy claro.
Define bien tus fortalezas (lo que haces bien y mejor que otros) y tus debilidades (lo que debes mejorar). Infórmate bien de las necesidades y elementos que resultan relevantes en tu audiencia meta y contrástalos con tus atributos y capacidades. Aprende de los líderes en tu sector y ve qué es lo que puedes hacer como ellos o mejor aún, mejor que ellos.
4. Identifica tus referentes.
Vinculado a lo anterior. En cualquier área en la que te desempeñes siempre habrá personas exitosas de las cuales aprender. Identifícalas y reconoce qué las hizo exitosas y cómo llegaron a ser quienes son hoy. Establece patrones, elementos comunes y vincúlalos a tus posibilidades. Desde sus hábitos de trabajo y formas de liderazgo a cómo se visten o hablan. Casi todos tenemos a alguien que es como nos gustaría ser. Comienza a trabajar para parecerte a él o ella.
5. Define cuál es tu elemento diferenciador.
La clave para la construcción de tu Propuesta de valor (la razón de porqué alguien debería elegirte) es establecer qué es aquello que te diferencia de los otros y por qué eso podría resultar de valor para tu audiencia meta. Las posibilidades aquí están en diversos campos. Pueden ser tus habilidades, tus conocimientos, tu experiencia o tus logros, pero también tus intereses o aquello que te apasiona, sin olvidar además que un elemento que puede resultar de mucho valor para otros puede ser tu actual red de contactos, ósea, a quienes conoces. Lo importante es que tú lo tengas claro y lo comuniques efectivamente.
6. Diseña la forma en que quieres potenciarlo.
Una cosa es tener claro qué es lo que te diferencia de otros y una muy distinta es saber cómo ese elemento puede mantenerse hacia el futuro. En general, los atributos de todas las marcas (comerciales o personales) tienden a ir comoditizándose (haciéndose presente en casi todas las alternativas). Por lo mismo, es fundamental que al descubrir qué es aquello con lo que aportas valor a otros, establezcas inmediatamente cómo planeas potenciarlo hacia adelante. Si son tus conocimientos actuales, de qué manera piensas seguir capacitándote. Si es tu experiencia o logros, en qué campos puedes ampliarla o qué metas te propones conseguir, etcétera. Nuestras ventajas competitivas no se mantienen solas en el tiempo, uno de nuestros principales desafíos es potenciarlas día a día.
7. Busca la consistencia entre lo que dices que eres con lo que efectivamente eres y la manera en que eres percibido.
Alcanzar lo anterior es la base de tu estrategia de posicionamiento, es decir, el lugar que quieres ocupar en la mente y corazones de tu audiencia. ¿Con qué quieres que te identifiquen? ¿Cuando piensen qué, aspiras a que seas tú la primera alternativa que consideren? Busca esa consistencia. Al momento de ser profesionales, querámoslo o no, ya tenemos una historia y hemos dejado una huella. Identifícala, entiende el cómo eres actualmente percibido y rescata los elementos positivos para avanzar en la construcción de tu marca. Nunca te alejes de la realidad, y mucho menos, de lo evidente. Tu marca personal debe hablar de ti. No de la persona que hubieras querido ser.
8. Define los canales de comunicación más eficaces.
Una nueva definición estratégica derivada de los pasos 1 y 2. Si ya tienes claro a quién le vas a hablar (esto es figurativo, todas nuestras acciones hablan de nosotros) y qué le vas a decir, lo siguiente es definir cuál es la forma más eficiente de llegar a ellos. Hoy hay redes sociales orientadas fundamentalmente al desarrollo de nuestros perfiles profesionales. Utilízalas si lo que quieres es llegar a posibles empleadores. Participa de actividades como conferencias o seminarios si lo que buscas es visibilizarte ante las empresas de tu industria. Utiliza Twitter u otra red si lo que quieres es que tu visión sobre ciertos temas sea más reconocida. Si quieres llegar a ser un referente en alguna materia, podrías iniciar tu propio blog o canal de Youtube, etcétera. Para cada fin habrá canales que resulten más o menos efectivos. Si lo tuyo es la imagen, bueno, Instagram te será de utilidad, si lo tuyo es un tema sobre el cual se han generado comunidades, Facebook. Y bueno, si lo que quieres es encontrar alguien con quien compartir tus días, también hay canales más eficientes que otros.
9. Cuida tu reputación digital.
Ya lo decíamos en el encabezado del artículo, hoy en día, prácticamente todas nuestras acciones quedan registradas en alguna parte. La red es omnipresente, querámoslo o no. Hoy vivimos en la era de Google y si hemos logrado llamar la atención en nuestra audiencia, indefectiblemente vamos a ser buscados ahí.
Además, todos participamos de una o más redes sociales. No sucumbas ante la ingenuidad de sostener que porque tu perfil «es privado» nadie podrá ver esas fotos embarazosas o esos comentarios inapropiados. No. Tu perfil puede ser privado, pero el de tus amigos o contactos no, y siempre habrá una forma de llegar a ti. Es una realidad que el entorno profesional en nuestro país es súper conservador. Los perfiles de Linkedin así lo dan cuenta. Rara vez te encuentras con juicios demasiado críticos con el status quo. Si lo tuyo es la rebeldía, puedes usarlo a tu favor y convertirte en el revolucionario de tu red, pero si te quieres desenvolver en un entorno más tradicional, ojo con tus fotos, con los comentarios de fin de semana y también con tu dirección de correo. Nunca utilices en un CV uno como «chicosexy@hotmail.com» o «suicidal_tendencies@yahoo.com» (Ambos ejemplos reales).
10. Construye redes off line.
Aunque los millennials pueden no estar del todo de acuerdo, es una realidad que existe un mundo más allá de internet. Es decir, hay cosas que pasan en el mundo real. Nunca dejes de participar de actividades con personas de carne y hueso. Los mejores contactos que llegues a tener, probablemente los harás ahí. Especialmente en temas que requieren de una gran dosis de confianza. Los perfiles de internet pueden resistir muchas cosas, pero nada iguala un buen apretón de manos y conversar con alguien mirándolo a los ojos, cuando lo que buscas es que llegue a creer que eres tú la persona indicada para el trabajo, para asociarse o para financiar tu proyecto. Nunca lo olvides.