- Zelig (1982) Director: Woody Allen. Adaptarse, adaptarse, adaptarse. Leonard Zelig, el «camaleón humano» tenía la capacidad de transformar su apariencia física (incluso el idioma en que se expresaba) dependiendo del ambiente en que se encontraba. Inseguridad y neurosis mediante (bueno, se trata de Woody Allen) lo fundamental aquí es (tal como lo dijo Darwin): Las especies que prevalecerán serán aquellas que sepan adaptarse a los cambios de su entorno.
- Mujer Bonita (1990) Director: Garry Marshall. Hay oportunidades que se presentan sólo una vez en la vida y hay que saber reconocerlas (y aferrarse a ellas). Esto resultó válido para ambos protagonistas, tanto para el calculador inversionista interpretado por Richard Gere, como para la adorable Julia Roberts. Luego de un encuentro totalmente fortuito, ambos pudieron reconocer en el otro, a quien cambiaría su vida para siempre.
- El Rey León (1994) Directores: Roger Allers y Rob Minkoff. El liderazgo es algo que se debe ganar, no que se hereda. Luego de la muerte de su padre, Simba se aleja de su manada y se encuentra con sus dos futuros «mentores» Pumba y Timón. Con ellos, el joven león va desarrollando las habilidades necesarias para convertirse en un verdadero líder. Sólo una vez que ha podido adquirir esas capacidades, regresa a su hogar a reclamar el trono, que por derecho, le correspondía.
- El Padrino (1972) Director: Francis Ford Coppola. Si realmente quieres algo, haz una oferta que nadie pueda rechazar. Un negocio siempre se trata de establecer una comunidad de intereses entre distintas partes. No se puede pretender ganar sin entregar algo de valor a cambio. El Padrino entonces sentó las bases de lo que hoy conocemos como Economía Colaborativa. Yo te doy, tú me das y entre ambos creamos algo de valor superior. Ahora bien, si la otra parte decide rechazar su oferta, no se trata de ir dejándole cabezas de caballos ensangrentadas en su cama, tampoco…
- Perros de la Calle (1999) Director: Quentin Tarantino. Una organización exitosa es siempre más que la suma de sus partes. A pesar que cada uno de los Mr. exhibía grandes competencias individuales y una clara comprensión del objetivo de la tarea (un gran asalto), la falta de confianza entre los miembros, las deficiencias en su comunicación y un liderazgo poco efectivo del conjunto (más allá de la capacidad de convocatoria inicial) derivaron en el fracaso absoluto de toda la operación. En resumen, no basta con tener a los mejores, si no se sabe cómo hacer de ellos un gran equipo.
- Rocky (1976) Director: John G. Avildsen. El éxito no siempre es sinónimo de triunfo. Muchas veces ganamos sin necesariamente haber derrotado a nuestros rivales. Ganar en ocasiones es superar nuestros propios límites, mejorar, crecer, llegar hasta donde no habíamos podido hacerlo antes. Superar las expectativas que los demás e incluso uno, tiene sobre si mismo. Balboa objetivamente no vence a Apollo en su pelea al final de la primera película de la saga. Pero ¿alguien podría discutir que no resultó efectivamente triunfador?
- Fitzcarraldo (1982) Director: Werner Herzog. Sólo los soñadores mueven montañas. La épica: Cruzar un barco a pulso por medio de la selva del Amazonas. ¿Perseverancia, obstinación, locura? Todas ellas, es verdad, conviven en la mente del protagonista. Pero en el fondo también sobresale la búsqueda irrenunciable de alcanzar un sueño, más allá de los análisis racionales, las planillas Excel o la opinión de los expertos.
- El Naufrago (2000) Director: Robert Zemeckis. Mantén el optimismo, incluso ante las situaciones más adversas. Tom Hanks sobrevive cinco años en una isla desierta, básicamente trabando amistad con un balón de voleibol y aprendiendo a dominar su entorno. Más allá de algunos episodios de desesperanza (justificables en dicha situación) el protagonista se mantiene siempre lúcido ante su meta final: salir de la isla. Y en todo momento conserva una indispensable actitud positiva para poder lograrlo.
- Jerry Maguire (1996) Director: Cameron Crowe. Concéntrate siempre en el cliente. Resulta obvio, pero muchas veces perdemos el foco de aquello que debe ser nuestra primera prioridad. Toda organización, cualquiera sea su tamaño o actividad está ahí para satisfacer los requerimientos de un cliente. Y es en ese ejercicio donde debemos crear y capturar valor, buscando también, alcanzar nuestro propio interés, que al igual como le sucede a Tom Cruise, muchas veces está más allá que sólo ganar dinero en el proceso.
- Antes que el Diablo sepas que estás muerto (2007) Director: Sidney Lumet. Siempre se puede estar peor. Es verdad que emprender supone muchas veces sobreponerse al fracaso de manera reiterada. Pero también es cierto que el 90% de los emprendimientos no sobrevive al 5to. año desde su creación. Por lo mismo, una cosa es perseverar y otra muy distinta es insistir ciegamente. Siempre hay que saber reconocer cuándo retirarse.
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