(Todas en Netflix)
PadMan
(2018) Dirigida por R. Balki
Esta película, basada en hechos reales, cuenta la historia de Arunachalam Muruganantham (Lakshmi) un emprendedor y activista indio que en pleno siglo XXI decide enfrentar el desafío de proporcionar una solución higiénica y económica a ciertas prácticas altamente reñidas con el cuidado de la salud, pero profundamente enraizadas en la cultura, en torno a la menstruación en la India rural.
Vale la pena verla por varias cosas. Una, es una película india y siempre es bueno abrirnos a otras formas de ver y hacer cine. Dos, está desarrollada en clave de comedia romántica, por lo que pese a que es un poco larga (le sobran unos 20 minutos) resulta sumamente ágil y entretenida y tres, porque supone varias lecciones y enseñanzas para el mundo emprendedor.
En primer lugar, da cuenta del principio fundamental para dar inicio a todo emprendimiento (sobre el cual en estas páginas hemos sido majaderos): Un proyecto de negocio SOLO puede iniciarse desde el descubrimiento de un problema que valga la pena resolver. Este es el caso.
Si bien el protagonista descubre el problema antes de los primeros 20 minutos de la película, buena parte de la historia y la anécdota que se relata a lo largo de la siguiente hora y media es que ese descubrimiento del problema resulta también irrelevante si no se logra comprenderlo desde la perspectiva de -en este caso- la usuaria y/o potencial cliente.
Solo una vez que Lakshmi establece una relación con su amiga Pari logra tener un insight respecto a los fuertes contenidos simbólicos asociados al problema que aspiraba a solucionar. Los cuales solo podían ser comprendidos desde la óptica y vivencia femenina. Es en ese momento cuando entiende cuál podría llegar a ser la manera efectiva de aproximarse a sus potenciales clientas y, fundamentalmente, diseñar un modelo de negocio innovador que logra incorporar esta perspectiva femenina no tan solo en su dimensión de usuarias, sino también en el proceso productivo y también en el comercial.
En resumen, una gran enseñanza respecto al necesario ejercicio de la observación empática para realmente comprender el problema descubierto más allá de la superficie y cómo esta comprensión puede derivar en el diseño de un modelo de negocio (por lo cual obtuvo el reconocimiento mundial a su iniciativa) altamente innovador y del cual dependió finalmente la adopción de su solución por parte del segmento meta.
Tucker: El hombre y su sueño
(1988) Dirigida por Francis Ford Coppola
El hecho que esté dirigida por Francis F. Coppola (uno de mis directores favoritos) ya es razón suficiente para verla. Pero más allá de lo anterior, Tucker es la historia, (nuevamente, basada en hechos reales) del emprendedor y visionario Preston Tucker, quien, al término de la Segunda Guerra Mundial decide crear y colocar en el mercado lo que él entendía sería «el auto del futuro, hoy».
Ciertamente, las capacidades creativas de Tucker, un apasionado de los autos y la ingeniería le permitieron adelantarse a una serie de atributos que décadas más tarde serían el estándar en la industria automotriz (como la incorporación de cinturones de seguridad, por ejemplo) y también su contagioso entusiasmo y capacidades persuasivas le facilitaron llegar a obtener el financiamiento para montar su empresa e iniciar la producción de sus autos, además del ser el rostro de un campaña publicitaria que lograba generar enormes expectativas entre los potenciales clientes.
Hasta ahí, todo lo habitual en una película del gusto emprendedor. Un hombre, una gran idea y una disposición a «perseguir sus sueños» que conmueve. Pero…¡Ahá! Eso ¡¡NUNCA es suficiente!!
Emprender es mucho más que una idea y de ahí puro voluntarismo para sacarla adelante. Es también formular un diseño estratégico que fundamentalmente pueda establecer el cómo la empresa se va a relacionar con su entorno. Y ahí, Tucker no da pie con bola.
Típico error emprendedor. Esa idea que vas a desarrollar tu proyecto genial y conquistar un mercado mientras los líderes de la industria sólo se van a cruzar de brazos mirando como tienes éxito y los vas dejando sin clientes. ¡Por favor! Los mercados son dinámicos. Ante cada acción (tu salida al mercado) habrá siempre una reacción y ahí hay que tener muy claro cómo establecer las condiciones para esa batalla.
Tucker nunca lo tuvo claro y las «tres grandes de Detroit» (GM, Ford y Chrysler) simplemente lo hicieron zumbar. El resultado, el cierre de su operación y solo 100 autos fabricados, de los cuales hasta el momento de la película, más de 80 todavía funcionaban.
Moraleja: Una buena idea -aún la más innovadora- nunca es suficiente sin una buena estrategia y un buen modelo de negocio que la acompañe.
Fyre: La Gran Fiesta que nunca ocurrió
(2019) Dirigida por Chris Smith
Este es un documental imperdible. Las razones, varias.
La primera: Da cuenta de algo que en repetidas veces abordo en mis charlas. «La gente está dispuesta a pagar cualquier precio por cualquier cosa». Es verdad. Muchas veces cuando lo planteo ante emprendedores en ejercicio me quedan mirando perplejos, convencidos que vender más barato que la competencia es su única opción de supervivencia.
Error. El precio está súper sobre dimensionado como variable de decisión de compra. Simplemente reflexiona sobre el computador, celular o tablet en el que estás leyendo este blog. De seguro tenías una alternativa más económica -en ocasiones, mucho más económica- que decidiste voluntariamente no comprar. El precio nunca es muy importante.
Vende más caro. El desafío es que puedas colocar en el mercado razones suficientes para que te lo paguen. Si no puedes hacer eso, entonces sí estás en un problema.
Y eso es lo que este documental muestra con genialidad. Como una idea (una fiesta que sería excepcional), empaquetada en la promesa de «la experiencia cultural de la década» atrajo a un segmento de clientes dispuestos a pagar cualquier precio con tal de ser parte de ella.
La gente paga por experiencias, por ver cumplido sus sueños, por pertenecer a los grupos que siempre ha querido, por tener una historia que contar, por sentirse más atractivo y cool de lo que realmente es, etcétera. (¿No les parece que todo esto lo ven cada día en Instagram?)
La oferta de una llave mágica para acceder al mundo de los ricos y famosos fue un éxito en ventas. Lamentablemente, como lo dice el título del documental, nunca ocurrió. Publicidad engañosa en el mejor de los casos. Una estafa maestra en el sentir de muchos otros de los involucrados.
El resultado, seis años de cárcel para su promotor, acusado de malas artes financieras.
Vale la pena también verla por la representación de esa imagen del emprendedor híper-ventilado e intoxicado en frases motivacionales mamonas que cree (y pretende hacer creer a todo el resto) que solo con una actitud positiva se va a salir adelante.
Y por último, en estos tiempos en que todo el mundo busca nuevas razones para burlarse de los cuicxs, aquí hay una hora y media para reírse de ellos, de sus hábitos y costumbres.