Capítulo 1: INCOMPETENCIA
El día 11 de enero de este año, me dirigí a la sucursal de Movistar en Avenida Las Condes para portarme desde desde la compañía del 1,2,3. Como se trataba de una venta, naturalmente, me atendieron de forma inmediata. Ahí comenzó mi pesadilla.
El Supervisado a cuyo módulo me dirigí, si bien tuvo un trato amable (nuevamente, se trataba de una venta), evidentemente no dominaba el procedimiento. Se desempeñaba torpemente, reiterando el proceso una y otra vez, pidiéndome exhibirle mi carné, fotocopiándolo y haciéndome firmar un documento. Finalmente, el trámite se extendió por más de 50 minutos.
Junto con portarme, en ese momento, compré un nuevo celular, pagando $274.990 con tarjeta de crédito y pactando el saldo en 18 cuotas de 12 mil, las que se sumarían a las cuentas de servicio.
Una hora después de mi llegada, luego de haber pagado por mi nuevo teléfono y haber realizado, al menos tres veces, el mismo proceso, me retiro.
Esa tarde, cuando ya había ocupado más de dos horas en configurar mi nuevo teléfono, me llaman desde Movistar diciéndome que «había habido un problema en el sistema», por lo cual, la portabilidad no se realizaría y, en consecuencia, me solicitaban regresar al día siguiente.
Comprendiendo la complejidad de estos sistemas y la evidente incompetencia del Supervisado que me había atendido, regresé la mañana siguiente.
Al poco rato de haber llegado e interactuar nuevamente con el Supervisado, me percato que nunca había existido tal “problema en el sistema”, sino que, la realidad era que el Supervisado no me había habilitado el número portado, sino que había creado uno nuevo, vendiéndome una nueva línea. Por lo cual ahora, tenía un teléfono y una cuenta asociada a un número que no era el mío.
Capítulo 2: DISPLICENCIA
El Supervisado inicia el trámite nuevamente (4ta vez) y en medio de esto, sin aviso, saludo o disculpas de su parte, aparece el Supervisor, quien me pregunta, de modo absolutamente displicente y además, completamente ajeno al hecho que mi presencia ahí se debía a un error de ellos, si había traído el teléfono en su caja, junto con sus accesorios.
Le digo que no, porque al momento en que me llamaron, nadie me lo había solicitado. Me indica entonces que, para reparar el error, se necesita cambiar también, el aparato (el cual, me había costado más de dos horas configurar). Acto seguido, me pide que le entregue el teléfono que había comprado el día anterior – al cual, lógicamente, tuve que borrarle todos sus contenidos- y luego de otros 30 minutos, me pasa uno nuevo, asegurándome que ya todo había quedado resuelto.
En ese momento y consciente que un error de esas características, en un sistema tan complejo como el de ellos, difícilmente se iba a solucionar haciendo el trámite de nuevo y apretando un par de teclas, le pregunto si acaso la habilitación de ese nuevo número no me causaría problemas en los procesos de facturación y cobro. Me responde asegurándome que no, que eso no sería así.
Esa tarde recibo dos correos seguidos desde Movistar, diciéndome que ya se encontraba habilitado el proceso de envío de mi cuenta vía mail. Ninguno de esos dos correos correspondía a mi número portado.
El día viernes 26 de enero, a las 11:00 AM, mi teléfono queda sin servicio y recibo un llamado desde Movistar diciéndome que éste estaba cortado por una deuda pendiente de más de 200 mil pesos. Llamo a su central telefónica y luego de 40 minutos de espera y que la operadora consultara con varios supervisores –dejándome en espera nuevamente-ésta me dice que, debo concurrir a una sucursal, ya que ella no podía hacer nada.
Voy a la sucursal (3era vez). Pido hablar con el Supervisor, quien, nuevamente, de modo displicente, intenta, primero, decirme que: No hay ningún problema (mientras mi celular seguía sin servicio) y luego, que éste era un problema de configuración del mi teléfono, cuyo sistema operativo, conozco perfectamente ya que lo llevo usando hace más de 8 años.
Ósea, que era problema mío.
Yo le digo que cómo es eso posible, si ellos mismos me habían llamado para decirme que el servicio estaba cortado por falta de pago.
Luego, aprieta un par de teclas en un computador y me reconoce que sí, que efectivamente había habido un error, que me habían vendido otra línea. Y que la deuda estaba asociada al no pago del teléfono de ese número, que reitero, no es el mío. Pero que todo eso lo estaban arreglando y que ahora, que me había restaurado el servicio, ya no tendría que volver más a la sucursal, porque estaba “todo arreglado”. Me retiro.
Capítulo 3: NEGLIGENCIA
El día 31 de enero recibo dos correos de parte de Movistar, ambos con cuentas con vencimiento el 13 de febrero. La primera, por el número que no es mío, pese a que figuraba con mi nombre y dirección correctos por $17.159.- y la otra por mi número real (y dirección incorrecta) por $494.859, indicando también, que ésta era una deuda vencida el 20 de enero, razón por la cual, asumo, me cortaron el servicio el día 26.
Ambas cuentas tienen como fecha de vencimiento el 12 de febrero.
Concurro nuevamente a la sucursal (4ta vez). Pido hablar con la Supervisora del supervisor, quien, siguiendo con la displicente actitud habitual, nuevamente me dice, primero: Que no hay ningún problema (yo llevaba las cuentas impresas), luego aprieta un par de teclas y me señala que ya está todo solucionado. Segundo, me asegura que: El día 13 de febrero no me cortarán el servicio por la falta de pago de cualquiera de las dos cuentas, luego que, lógicamente, no debo pagar ninguna de ellas. Y que la cuenta asociada al número que no es mío ( y que por lo mismo, nunca voy a pagar), no se seguirá acumulando por no pago, ya que todos sabemos, eso daría pié luego, a procedimientos amenazantes de cobro de su parte.
Hoy, tengo la convicción -y así se lo señalé a la Supervisora del supervisor- que ninguno de los dos problemas ha quedado resuelto y que dentro de unos días, nuevamente me cortarán el servicio por una deuda pendiente y que el próximo mes, con toda seguridad me llegará el cobro por el número que no es mío, acumulándose así, la deuda de enero más febrero.
En resumen. Una muestra absoluta de:
- Incompetencia: El Supervisado que me atendió la primera vez, claramente no conocía el procedimiento.
- Displicencia: el Supervisor nunca reconoció que el problema era causado por la compañía y en todo momento intentó traspasármelo a mi.
- Negligencia: La Supervisora del supervisor, pese a que yo, había concurrido tres veces previamente a su sucursal, no tenía idea de la situación ni del problema causado, desconociendo luego, la incompetencia y displicencia de sus subordinados.
Hoy, sólo me queda esperar hasta fin de este mes para saber si, me siguen cobrando una cuenta que no es mía, además de un teléfono que ya pagué y, finalmente, si deberé concurrir por quinta vez a la sucursal, para escribir un capítulo más en esta historia.
Estimado Alejandro, caíste en las garras de Movistar (caricatura), leí tu paper muy concentrado y esta historia no es nueva con la compañía que elegiste para el servicio de telefonía. Con mucho gusto te ofrezco mis servicios jurídicos sobre Ley de Protección a los derechos de los Consumidores y así buscar resarcir las molestias ocasionas por este proveedor.